Hoy me sucedió algo extraño mientras me dirigía en el autobús (camioneta en buen chapín) un señor tambaleando intentaba subir, después de varios intentos lo logro, solo para hacer aun mas patética la escena, con palabras que a penas se lograban distinguir le rogó al chófer que le permitiera pagarle con un sobre de salsa de tomate un papel y un lapicero, sin esperar la respuesta se dirigió al fondo del vehículo y se sentó.
El molesto ayudante del chofer, se dirigió a el y le grito con el mayor de los desprecios "¡Y yo para que putas quiero esto!" mientras le disolvía "su pago" y de nuevo le grito "Pisto quiero yo no esas mierdas, ¡P I S T O!"
En este momento ya era inevitable un tumulto de sentimientos se agolparon en mi, compasión por el pobre borracho (así es el sujeto en cuestión estaba en un estado de embriagues deplorable, por si no lo habían intuido, esa era la razón de su extraño actuar), apatía pues tenia mil cosas mas importantes en la cabeza como para preocuparme por alguien que ni conozco, remordimiento, etcétera, etcétera.
Al fin el enfadado ayudante lo único que logro conseguir fue una nueva sesión de suplicas de su contra parte, que se levanto de nuevo y casi de rodillas ante el conductor le intento explicar que el se dirigía a pocas cuadras de donde estaba, y después de varios intentos y uno que otro insulto por parte del chofer, le dijo que si, pero que dejara de "chingar" (molestar para aquel que no entendió), y aquí es viene el corazón de toda esta anécdota; mientras el "borrachito" regresaba a su asiento al fondo del autobús dejo caer de su mochila una sopa, un sobre de sopa de pollo, y yo me encontré en la batalla dialéctica, lo levanto y se lo devuelvo ó lo dejo así, que pase hambre y tal vez así escarmiente y piense bien las cosas antes de llegar a tal punto.
Y en ese momento empezaron a abordar mas personas, y también mas pensamientos en mi cabeza, pero algo en mi me dijo "dejálo ahí", y gracias a Dios la mayoría de veces le hago caso a esa voz en mi cabeza, así que eso fue exactamente lo que hice.}
En esos instantes como es costumbre un vendedor abordo este concurrido autobús, explicando el por q de su presencia, entre disculpas y ofertas de "un delicioso caramelo por la mínima cantidad de un quetzal" todo esto mientras explicaba que su esposa se encontraba hospitalizada y el necesitaba ese dinero para comprarle medicina; pero como cosa rara, y a mi forma de ver este vendedor, si decía la verdad, y me cautivo tanto el sentimiento con el que contó sus relato que estuve a punto de olvidar la sopa que aun estaba en el suelo del autobús.
El vendedor se detuvo la levanto y le pregunto a las señoras que estaban sentadas frente a mi diciendo: "¿es suya seño?", a lo que respondieron las señoras: "¿Qué cosa?", pues ninguna de las dos se había dado cuenta de la existencia de "la sopa"; el vendedor al oír la respuesta sonrió y les comento a las señoras, "¿Y estas como se hacen?", y amablemente le indicaron al vendedor como preparar el menjurje, el cual el interlocutor agradeció con una sonrisa que me hizo darme un vuelco el corazón, contagiandome un poco de su alegría (después de venir un tanto distraido en mis problemas existenciales).
Al final el nuevo poseedor de "la sopa" con una gran sonrisa y diciendo "por lo menos ya tengo la sena de hoy para mi patojito" y bajo del bus, mientras yo seguía pensando en el bien y el mal, en que en cualquier momento pude haberle dicho al alegre vendedor "esa sopa la boto el señor de allá", cosa que hubiera provocado una segura devolución de dicha sopa, pero preferí callar, mi conciencia me dijo, casi susurró: "las cosas pasan por algo", mientras lo intentaba tranquilizar a mi razón pensando que el vendedor le sacaría mas provecho a la sopa esa noche.
Todo eso me hizo pensar, que puede que haya actuado mal al no decir nada, pero mi conciencia se quedo tranquila por que sabía que tal vez no había hecho lo correcto pero hice lo que debía de hacer.
¡AGUAS!